Se acaba de crear un consejo para honrar la memoria de Manuel Bustos a través de un monumento que permita mantener vivo el recuerdo de uno de los más grandes dirigentes sindicales del país.
Han pasado casi 15 años desde que un cáncer puso fin a su vida.
Hijo adoptado de una familia campesina con escasos recursos económicos, Bustos se fue a trabajar a Santiago en oficios que apenas le permitían sobrevivir.
Sin tener siquiera un lugar fijo donde vivir, decidió que cambiaría radicalmente su vida. Comenzó por lo más básico: aprender a leer y escribir.
Preocupado por los derechos de los trabajadores, las condiciones de vida de los más pobres, el respeto a los derechos humanos y las injusticias sociales que predominaban en el Chile de los años 80, Manuel Bustos Huerta comenzó una carrera como dirigente social junto a quienes se oponían activamente al régimen de Augusto Pinochet.
Varias veces detenido y exiliado, nunca dejó de alzar la voz, aunque eso le costara poner en riesgo su vida.
En 1988 se convirtió en el primer presidente de la Central Unitaria de Trabajadores y más tarde en diputado demócrata cristiano.
Conversaciones a la sombra de un parrón
«Su vida es extraordinaria y representa el triunfo del espíritu de un hombre humilde para sobreponerse a las más desfavorables circunstancias», dijo el presidente de Cieplan, Alejandro Foxley, quien publicó un libro llamado «Conversaciones con Manuel Bustos».
Ese libro fue el resultado de largas conversaciones durante el verano de 1999 a la sombra de un parrón de la casa del dirigente en La Florida.
Eran dos hombres que habían compartido años de trabajo político durante los cuales se creó una amistad que perduró en el tiempo, incluso cuando les tocó negociar el salario mínimo desde distintas veredas: Bustos como representante de los trabajadores y Foxley como ministro de Hacienda.
Manuel estaba muriendo de cáncer y cada minuto era valioso, no sólo para estrechar el vínculo afectivo entre ambos, sino también para recuperar una parte de la historia de Chile a través de los ojos de uno de sus protagonistas.
En el libro, Bustos recorre su vida desde la infancia -como un niño adoptado casi sin educación- hasta que se convierte en líder sindical con profunda raigambre en sectores populares, pasando por los difíciles años de la dictadura, hasta el retorno democrático durante el gobierno del presidente Patricio Aylwin.
Manuel Bustos es considerado uno de los más grandes dirigentes sindicales, a la altura de Clotario Blest y de Luis Emilio Recabarren.
Y para que su legado no sea olvidado con el paso del tiempo, familiares, dirigentes sociales y amigos organizaron una comisión que, tras recibir las propuestas de distintos escultores, será la encargada de instalar el monumento al fallecido dirigente.
Fuente: Cieplan