Si bien abundan las propuestas para renovar la política, éstas, en general, enfatizan sólo dos aspectos: el cambio en el «discurso» y en las «caras». Proponen renovar las ideas y los liderazgos pero mantienen los rasgos centrales de las organizaciones políticas y sus objetivos.
En este trabajo se argumenta que hay que cambiar los objetivos de los partidos, sus acciones prioritarias y las características o virtudes principales que deben tener sus militantes. Que hay que reconocer las implicancias del paso hacia la sociedad de la información y el conocimiento.