El director del Programa Cieplan-UTalca y presidente de Chile Transparente habla sobre corrupción, política y economía.
En julio recién pasado, Manuel Marfán Lewis (66) fue reelecto como presidente de Chile Transparente para un segundo y último periodo, desde donde advierte que la corrupción en nuestro país es una excepción y no un problema sistémico. Exministro y exsubsecretario de Hacienda, este ingeniero comercial de la Universidad de Chile se plantea algunos desafíos para este nuevo periodo a la cabeza del capítulo chileno de Transparencia Internacional, como democratizar la transparencia, introduciéndola en los gremios, sindicatos y centros de estudiantes, porque “nada se sabe de cómo funcionan internamente”, dice.
Comenzaron con la Sofofa y ahora tienen un convenio con la CPC. También asesoran a partidos políticos que quieren ir más allá de lo que exige la ley, comenta feliz. “La idea es partir suavecito de manera que la transparencia no sea una imposición, sino una actitud, e ir haciéndolo más estricto de a poco para que no sea un proceso traumático”, explica.
Las herramientas para detectar e intentar erradicar la corrupción son una preocupación permanente de este doctor en Economía de la Universidad de Yale y exdirector de la División de Desarrollo Económico de la Cepal, que también le toma el pulso a la economía como investigador senior de Cieplan. Eso busca el convenio entre Chile Transparente (Asesoría Legal Anticorrupción) y la Fiscalía Nacional, según el cual el primero recibe denuncias y hace una primera indagación para verificar que los antecedentes ameritan la intervencón de la Fiscalía, pero manteniendo en reserva el nombre del denunciante.
El convenio lleva un año y ha tenido buenos resultados. Pero Marfán tiene la convicción de que “sería mejor que la ley tuviera una buena solución permanente para la protección de testigos”, pues es lo que permitió destapar el caso Odebrecht en Barsil y Argentina. Las cifras producto del convenio son elocuentes: a julio de 2019 se han recibido 81 denuncias, de las cuales 58 son investigadas por la Fiscalía.
Y aunque en enero se supo que Chile bajó un lugar en el Indicador de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, según Marfán eso “no significa que seamos más corruptos”.
¿Pero influye en cómo nos ven desde fuera?
-Sí, pero la percepción de las malas prácticas en Chile es bastante buena.
¿La corrupción es una excepción?
-Existe, pero no es la forma habitual de hacer las cosas. Y la percepción que hay es que existe más de lo que se pensaba, porque afloraron los casos de Carabineros, de las Fuerzas Armadas, que fueron inesperados para la ciudadanía.
¿Y para Chile Transparente?
-Nuestra visión es que, en general, la corrupción tiende a darse más frecuentemente en instituciones verticales que se rinden cuentas a sí mismas.
¿Cómo es el caso de las FF.AA?
-Sí, pero esas son las cosas que están cambiando. Una de las gracias que tiene Chile todavía es que la población se escandaliza y ese es un activo. Al conocerse genera una reacción política y, por lo tanto, se resuelve.
¿Como pasó con el financiamiento de los partidos?
-Aunque éticamente no es un buen sistema, en la mayoría de los casos el financiamiento era efectivamente para campañas políticas. Distinto es el caso de Carabineros, por ejemplo, donde existe un uso irregular de recursos públicos. Y si aún están los juicios es porque hay alguna ilegalidad penal.
¿Cuál es el problema de fondo?
-Es la falta de transparencia. El problema de las instituciones que se rinden cuenta a sí mismas es que allí se genera el ambiente propicio para que se produzcan irregularidades.
En el caso de los partidos, ¿las leyes inhiben realmente la corrupción?
-Es más difícil que ocurra, porque se establece financiamiento con recursos públicos, pero con igual importancia un sistema de rendición de cuentas.
¿Diría que han cumplido?
-Sí. Pero las platas llegaron rápidamente a los partidos, la transparencia se demoró un poco más. Una bandera que tomamos como CHT es que el Servel y el Consejo para la Transparencia se pusieran las pilas en esta materia y nosotros ayudamos a empujar.
En el caso del Congreso ¿ha sido compleja la rendición de cuentas?
-Ahí falta. La Cámara actuó bien, porque lo primero que hizo fue transparentar la información, la entregó al Ministerio Público y los medios de comunicación estuvieron al tanto de lo que ocurría. Hoy día no es tema.
–¿El Senado es más cerrado?
-El Senado es otra cosa. Para el Senado era un menoscabo explicar en qué gastan las platas del Estado y esa es una presa que nosotros no hemos soltado ni vamos a soltar.
¿En qué están en este ámbito?
-Unas dos o tres veces al año volvemos a preguntar y para los que realmente creemos en la democracia no es correcto que seamos condescendientes con las irregularidades de la democracia, sino todo lo contrario. No es un atentando contra las instituciones exigirles una rendición de cuentas obvia.
¿Hay forma de adelantarse a la corrupción que va ligada a los avances tecnológicos?
-Ese es un tema que en Chile no se ha abordado. Personalmente creo que lo menos provinciano que tenemos hoy día es la agricultura, la minería, los salmones, que son sectores cosmopolita que saben cómo funciona el mundo. En Chile nadie sabe lo que es la industria 4.0 y eso es lo que se está discutiendo en los países desarrollados.
Pero no somos desarrollados
-Pero estamos a punto de dar el salto, la oportunidad está allí desde hace 15 años. Si Chile da el salto, lo va a tener que hacer en el momento de la industria 4.0 y nadie sabe qué es eso. Los temas que debate la clase política no están a tono con un mundo que cambia a pasos agigantados, no son temas que se discutan en La Moneda.
¿Por qué somos tan provincianos?
-Porque en Chile tenemos una crisis política grave -como dijo Lagos- como consecuencia del éxito, porque cuando asume la Concertación se le va ganando a la pobreza y engrosando esta clase media, que es otra cosa. Y en la medida que se está teniendo éxito cambia el paradigma enfocado en el crecimiento y la pobreza y cambian las demandas; pero no la clase política y menos el paradigma que diga cómo se ordena la cosa.
¿Cómo se puede esperar saltar al desarrollo con un bajo crecimiento y un Imacec de un 1,3%?
-Tuvimos un ciclo de crecimiento muy virtuoso, pero que llegó a su fin. Más de lo mismo ya no sirve.
¿Significa que vamos a crecer permanentemente entre el 2% y 2,5% o tal vez menos?
-No. Significa que cuando se llega a esta etapa hay que pasar a otra con otras lógicas. Y esas otras lógicas requieren cambios muy de fondo que otros países ya hicieron antes que nosotros. No tenemos que reinventar la rueda. Para dar ese paso los cambios se dan desde la política y la política no está interesada en discutir esos temas.