Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera
La crisis social marcará un antes y un después. Y ese después… ¿será para bien o para mal? Los eventos son aún muy recientes para decirlo. Se ha abierto una oportunidad para mejorar, pero también hay escenarios malos o mediocres. Si se valida la violencia como forma de expresión política será difícil mejorar. También lo será si la policía no moderniza la inteligencia y los protocolos.
¿Y en la economía qué? El punto de partida no parece bueno. Probablemente habrá recesión técnica. También, el Banco Central redujo la proyección del PIB para 2021 en cinco puntos porcentuales, una cifra más que significativa (como referencia, con 5% del PIB podríamos tener un sistema de pensiones de clase mundial). Al comienzo habrá menos espacio fiscal para medidas permanentes de bienestar social. En plazos más largos, el desafío será conciliar más bienestar e inclusión social con aceleración del crecimiento económico. Los buenos sistemas de pensiones, salud pública, educación, vivienda y seguridad son caros de financiar y, a la larga, son privilegios de países ricos. Y para ser uno de ellos, el crecimiento económico es una condición necesaria para mejorar sostenidamente la satisfacción de las demandas sociales.
Y para crecer debemos entender que la robótica y la expansión de las plataformas digitales es lo que da la tónica. Pero esa forma de crecer también destruye empleos y empresas. Es lo que los economistas llamamos un ciclo schumpeteriano de creación destructiva, desarrollado por Joseph Schumpeter. Curiosamente, Schumpeter dirigió la tesis doctoral de Paul Samuelson, que desarrolló un argumento aparentemente contradictorio con el de su mentor. En particular, señalaba que el crecimiento es más eficiente cuando los beneficios superan a los costos, pero que eso no necesariamente es mejor. Si en ese proceso hay ganadores y perdedores, el resultado no es mejor para estos últimos. Que, por lo tanto, el Estado debe hacerse cargo de la dignidad y el bienestar de los perdedores. Por ejemplo, dotándolos del conocimiento y herramientas para reinsertarse productivamente. En otras palabras: ¡nadie queda atrás! Lo de Samuelson fue desplazado por las ideas de F. von Hayek y M. Friedman, que se centraron en la eficiencia y olvidaron a los perdedores.
El crecimiento es una condición necesaria para abordar sostenidamente las demandas sociales. Pero no cualquier crecimiento. Por ejemplo, cuando el alcalde Jadue -seguido después por Lavín- inició la campaña para deshacerse de las bolsas plásticas, la mayoría encontramos que fue para mejor. Pero las Pymes dedicadas a fabricarlas tuvieron que cerrar y despedir a sus trabajadores. Para ellos no fue mejor, y nadie los acogió. Es que hoy nos hemos acostumbrado a ser neoliberales y fríos.
Mejor rescatemos las ideas de Samuelson. El período de la post-guerra, que fue cuando más influencia tuvieron, fue también el período del más alto crecimiento y bienestar en la historia de la humanidad.