Lea la entrevista del ex ministro en El Mercurio.

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Tras la muerte del Presidente Patricio Aylwin en abril pasado, surgieron muchas voces destacando el legado político del primer presidente tras el regreso a la democracia, en 1990. Un testigo en primera línea de ese período fue el economista de Cieplan (DC), doctorado en Harvard, José Pablo Arellano, director de Presupuestos de esa administración. Fue una época, además, de un alto crecimiento económico -7,7% promedio entre 1990 y 1993- , una combinación que hoy muchos añoran. Qué factores permitieron en ese momento ese círculo virtuoso, fue la inquietud que recibió Arellano de parte de varias personas y que lo motivó a elaborar un documento en que destaca las fortalezas de ese gobierno. Muchas de ellas contrastan con la forma de implementar políticas hoy, reflexiona Arellano, quien tras su paso por Presupuestos, fue ministro de educación en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y presidente ejecutivo de Codelco, bajo el primer gobierno de Michelle Bachelet.

Hoy, sus actividades en Cieplan las combina con el directorio del Banco Bci.

Alejar la herramienta fiscal de las tentaciones populistas y favorecer la construcción de acuerdos, son algunos de los temas que aborda Arellano en el documento «Record de crecimiento en el gobierno de Aylwin ¿Qué nos sugiere para los desafíos actuales». En el marco del 40º aniversario de la Corporación de Investigaciones para Latinoamérica (CIEPLAN) anticipa su análisis cuyo texto publicará mañana la institución.

En un momento en que el país está dominado por la pérdida de confianza en dirigentes e instituciones, menciona la reconciliación, la construcción de confianzas y la gobernabilidad como un primer elemento clave para el crecimiento y la equidad: «El Presidente Aylwin lideró el proceso de reconstrucción de confianzas, partiendo por su propio equipo de gobierno y por los partidos de la Concertación que en otra época habían sido opositores, en la búsqueda de acuerdos políticos. La construcción de confianzas se extendió a los partidos opositores, en la búsqueda de acuerdos necesarios para lograr la gobernabilidad que se buscaba», destaca.

Con un crecimiento promedio en torno a 2% en los últimos dos años, los índices de confianza de empresarios y consumidores completan más de 24 meses consecutivos en niveles pesimistas, comparables solamente con los que vivió el país durante la crisis financiera global.

«Las confianzas se recuperarán en la medida que se reparen los vacíos y déficit que dieron lugar a la pérdida de instituciones», dice Arellano. Se superan, agrega, «si la política de la descalificación y la mirada de corto plazo dan lugar a una política de Estado que se caracterice porque los actores tienen una disposición a pagar costos si ello contribuye a construir una visión compartida y a buscar acuerdos que logren soluciones duraderas».

-¿Se refiere a que la clase política no está dispuesta hoy a pagar los costos que implica sincerar la situación ante la ciudadanía o a cuáles costos?

«Me refiero a estar dispuesto a liderar y a plantear lo que uno cree que es mejor para el país, a pesar que pueda no ser popular. En su discurso en el Estadio Nacional el Presidente Aylwin estuvo dispuesto a ir contra las pifias de la gente, para propiciar el reencuentro entre civiles y militares. Se está dispuesto a pagar costos cuando se va contra los intereses corporativos».

«Se pagan costos cuando se le dice a los propios partidarios que para tener una política o hacer una reforma duradera y de carácter nacional, hay que sacrificar parte de las propias aspiraciones para incorporar también las de la oposición».

«Pagar costos es, por ejemplo, estar dispuesto a sostener que no hay soluciones fáciles ni mágicas para mejorar las pensiones. Las pensiones solo van a mejorar si aumentamos las cotizaciones y/o los años de contribución y/o jubilamos más tarde. Lo demás son falsas ilusiones».

En los próximos años el panorama fiscal de Chile será mucho más estrecho

La responsabilidad fiscal y la estabilidad macroeconómica es otro de puntos que considera clave. En 1990-1993 la deuda neta del gobierno se redujo desde 36,8% a 21,6% del PIB y las cuentas fiscales alcanzaron un superávit efectivo de 1,9% del PIB.

En su análisis, Arellano reconoce que en los próximos años el panorama fiscal de Chile será mucho más estrecho de lo que fue durante el superciclo de altos precios del cobre que se inició a mediados de los años 2000: «El propio superciclo y las exageradas expectativas que han alimentado tanto este gobierno como el anterior hacen más difícil, pero no menos indispensable, restablecer la solidez fiscal».

-¿Cuáles fueron específicamente las expectativas que han alimentado este gobierno y el anterior?

«El gobierno de Piñera alentó muchas expectativas. Se nos dijo, por ejemplo, que se solucionarían en pocos días lo que la Concertación no había resuelto en años. Este gobierno prometió cuestiones como la gratuidad universal en educación superior y ahora le cuesta explicar que no lo puede financiar y que hay otras prioridades mucho más urgentes y más importantes que atender».

«Pareciera que en el campo económico social, por el solo hecho de proclamar que algo es un derecho, se consigue. Eso es alentar expectativas. Creamos falsas expectativas cuando no le decimos a los jóvenes que la educación de calidad solo se alcanza como resultado del esfuerzo personal para aprender. Los adultos tenemos que motivarlos, acompañarlos y darles las herramientas, pero no pretender que esto se logra sin un esfuerzo personal sostenido en el tiempo».

Es una mala política fiscal amarrar ingresos por ley a un determinado destino

-Una de las lecciones que destaca en el documento es que una economía pequeña y abierta al mundo como la chilena requiere de una «macroeconomía prudencial» que le permita contar con seguros para sortear con bajos costos la inestabilidad internacional y para hacer políticas contracíclicas.

«Lo primero que requerimos de la política fiscal y macroeconómica es que no caiga en la tentación populista, convirtiéndose así en parte del problema, que tarde o temprano se traduce en crisis macroeconómicas», señala en su análisis. Plantea que el país debe aspirar a un paso adicional, a una política prudencial donde la política fiscal pasa a ser parte de la solución, contribuyendo a un tipo de cambio alto y a una posición financiera del Estado muy sólida que sirva como seguro frente a la inestabilidad internacional».

-Ante la estrechez de recursos fiscales, ¿cómo se abordan las necesidades de recursos de Codelco?

«Codelco tiene proyectos estructurales indispensables de realizar. Para financiarlos tiene que reinvertir las utilidades que espero sea capaz de generar a los actuales precios del cobre que como digo, son similares al promedio histórico. También se debe capitalizar algo de las utilidades que generó en el pasado. ¿Cuánto capitalizar? Lo necesario para no perder su clasificación crediticia. Detener los proyectos estructurales de Codelco o perder su buena clasificación crediticia serían muy mal negocio para el país».

«También es necesario modificar la Ley Reservada del Cobre. Es una mala política fiscal amarrar ingresos por ley a un determinado destino, sea la defensa nacional u otro gasto. Necesitamos flexibilidad para que en el presupuesto los recursos se asignen conforme a las prioridades».

-¿Se justifica usar fondos soberanos para financiar inversiones o el mensaje es de máxima austeridad?

«Lo fundamental es reducir el déficit del presupuesto (efectivo) que el año pasado fue de 2,2% del PIB, que este año llegará a 3,2%, que el 2017 y el 2018 se proyecta que superará el 2% del PIB. Así vamos a completar siete años seguidos con déficit altos del presupuesto».

«Estos déficits aumentan fuertemente el endeudamiento público con lo cual se eleva el gasto en intereses y quedamos más frágiles ante la volatilidad, o peor aún, para cuando haya una crisis internacional».

(Aylwin) encabezó el esfuerzo de colaboración público-privado

La integración a la economía internacional fue otro de los énfasis durante el gobierno de Aylwin donde se redujeron los aranceles aduaneros y se inició el proceso de acuerdos bilaterales de comercio y se iniciaron negociaciones de acuerdos de protección de inversiones y para evitar la doble tributación. «El Presidente encabezó el esfuerzo de entendimiento y colaboración público-privado, reflejándolo desde los viajes internacionales y visitas de Estado a los que invitó a parlamentarios de gobierno y oposición y a líderes de la empresa y los sindicatos», relata Arellano, destacando que ello facilitó la creación de relaciones de confianzas y el clima de cooperación.

Hoy plantea la necesidad de avanzar en todos los aspectos logísticos, de conectividad y regulatorios que puedan facilitar el comercio, así como «prestar atención a facilitar la inversión en el extranjero de las empresas chilenas», lo cual ve como una efectiva forma de integración «desde abajo».

-¿Qué acciones considera necesarias para facilitar la inversión de empresas chilenas en el exterior? ¿No es contradictorio con la necesidad de aumentar la inversión en Chile?

«Por cierto que la preocupación principal es restablecer las confianzas y reducir la incertidumbre para que aumente la inversión en Chile. Lo que señalo es que en un mundo globalizado, dado que nuestra economía es muy pequeña, hay muchas empresas que solo pueden crecer invirtiendo en otros países».

«ProChile ha promovido con éxito las exportaciones chilenas y con su misma red puede ayudar a abrir mercados a las empresas más pequeñas que invierten en otros países. Nueva Zelandia o Australia lo hacen así, por mencionar dos ejemplos. La inversión de empresas chilenas en el exterior crea empleos en Chile para hacer crecer estas inversiones. Además, abren oportunidades a otras empresas chilenas que empiezan a exportar a esos mercados».

En su discurso en el Estadio Nacional, el Presidente Aylwin estuvo dispuesto a ir contra las pifias de la gente, para propiciar el reencuentro entre civiles y militares».

«Este gobierno prometió cuestiones como la gratuidad universal en educación superior, y ahora le cuesta explicar que no lo puede financiar y que hay otras prioridades mucho más urgentes y más importantes que atender».

«Se pagan costos cuando se les dice a los propios partidarios que para tener una política o hacer una reforma duradera y de carácter nacional, hay que sacrificar parte de las propias aspiraciones para incorporar también las de la oposición».

«Detener los proyectos estructurales de Codelco o perder su buena clasificación crediticia sería muy mal negocio para el país».

«Es necesario modificar la Ley Reservada del Cobre. Es una mala política fiscal amarrar ingresos por ley a un determinado destino, sea la Defensa Nacional u otro gasto».







Fuente: El Mercurio

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