El economista senior de Cieplan y ex director de Presupuesto (también ex ministro de Educación y ex presidente ejecutivo de Codelco) analiza a fondo la coyuntura económica y alerta sobre la necesidad de bajar en los próximos tres años los déficits del presupuesto. Asimismo, advierte que tanta discusión y cambio de la regla fiscal debilita su rol de guiar la política fiscal.
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A mediados del año pasado, José Pablo Arellano, en su calidad de economista senior de Cieplan, publicó un documento que tituló “Panorama fiscal: propuestas frente a una situación amenazante”, en el cual analizó a fondo la coyuntura fiscal, lanzando varias advertencias. Argumentaba la existencia de un alto riesgo de deterioro de la situación fiscal si no se tomaba conciencia del panorama y se enmendaba el rumbo. Hoy, estas advertencias toman nuevamente protagonismo, generado con el término del gobierno de Michelle Bachelet.
En su calidad de economista y ex director de Presupuesto, Arellano explica cómo ve la actual coyuntura económica y advierte sobre la urgencia de plantear un programa más rápido de reducción del déficit fiscal que el que está previsto para los próximos años. Señala que “la situación actual, si bien no es grave hoy, es amenazante por la trayectoria futura y porque nos dejará vulnerables frente a crisis internacionales”.
Instalación del nuevo gobierno
¿Cuál es su estado anímico ante el arribo del nuevo gobierno: reflexivo, expectante?
Siempre trato de ser reflexivo y ahora no es una excepción. Al mismo tiempo, no pierdo la esperanza de que como país logremos avanzar en algunos de nuestros actuales desafíos. Para ello se requiere que logremos un espíritu de mayor cooperación entre distintos sectores. Estoy convencido de que cuando hay cooperación hay progreso. No pierdo la esperanza de que en algunos temas importantes para el país se pueda lograr una mayor cooperación y esto incluye a distintos sectores de la sociedad, no solo al mundo político.
¿Cómo es el país que recibe hoy Piñera? ¿En qué se diferencia del Chile del 2010?
Destaco tres situaciones muy distintas. La primera, el terremoto de febrero de 2010. Ahora, sin terremoto, es posible concentrar la agenda en construir y no solo en reconstruir. La segunda, el terremoto económico internacional del 2009 que afectó a las principales economías y que ocupó la atención de gobiernos y actores económicos en todo el mundo y cuyas consecuencias estaban en el centro de las preocupaciones en esa época. Ahora estamos en un escenario internacional con incertidumbres, pero no en crisis, donde parte importante de la atención está en las profundas transformaciones tecnológicas y sus consecuencias. Basta comparar los temas y las agendas de los foros internacionales de principios del 2010 y los de este año.
La tercera diferencia es la pérdida de confianzas. Por una suma de factores se ha producido un deterioro en las confianzas en instituciones y en la clase dirigente en un grado que no existía hace ocho años. Esta pérdida de confianzas y la consiguiente actitud más desconfiada, sumada al empoderamiento de personas y grupos de presión, hace más difícil gobernar y liderar las entidades de gobierno, pero también las empresas, las iglesias o las organizaciones deportivas.
La campaña presidencial de Piñera en la primera vuelta estuvo marcada por la meta de crecer entre 3,5% y 4%, ¿puede pillarse los dedos si no logra estas cifras?
Es correcto poner el énfasis en el crecimiento después de cuatro años de muy bajo crecimiento comparado a lo que habíamos logrado en los 25 años previos. El escenario internacional se anticipa favorable, por tanto, ello va a ayudar. La posibilidad de que se logre el mayor crecimiento dependerá de que se recupere la inversión que estuvo muy deprimida y de que aumente la productividad y que se dinamicen las exportaciones. Si no aumenta la productividad, el crecimiento no será sostenido. Sería un grave error creer que el mayor crecimiento de los próximos trimestres asegura un buen desempeño en los próximos años. Eso requiere aumentar la productividad, la cual no mejorará si no creamos un ambiente de cooperación que permita abordar limitaciones en el funcionamiento del Estado, mejorar la logística y la conectividad y especialmente las habilidades y competencias de las personas.
¿Cuál es el estado real de la economía y de la situación fiscal, más allá de lo que oficialmente se conoce?
La macroeconomía está sana. La situación fiscal la considero amenazante. Así lo he venido planteando hace un buen tiempo. Llevamos cinco años con déficit fiscal y el presupuesto de este año también contempla un déficit importante. En los últimos cuatro años el endeudamiento neto del gobierno subió en cerca de 30.000 millones de dólares.
El gasto del gobierno que más ha crecido es el gasto en intereses por la deuda. Este gasto aumentó en 13% el año pasado y en cuatro años subió en más de 50%, llegando a US$ 2.200 millones en 2017.
Esto es muy distinto de lo que ocurría en el pasado. Desde 1990 en adelante redujimos la deuda neta del gobierno, con lo cual pagamos menos intereses y reasignamos recursos hacia programas sociales. Así se hizo hasta el año 2011. En cada uno de los últimos seis años aumentó la deuda neta del gobierno.
Las proyecciones fiscales son de déficits para este año y para los próximos tres años. De aquí al 2021 volverá a aumentar la deuda de gobierno en otros 30.000 millones de dólares si no se corrige la trayectoria prevista.
El nuevo gobierno recibió un déficit fiscal mayor al previsto, ¿cómo califica usted esa situación y el hecho de que se conociera a solo horas del cambio de mando?
En realidad, el déficit efectivo del año 2017 fue de 2,8% del PIB, esto es US$ 7.620 millones. Eso fue informado oportunamente y en detalle el 30 de enero pasado. Para mí, este es el resultado más relevante, porque se refiere al resultado efectivo y es lo que hubo que financiar.
La información de la semana pasada se refiere a la estimación de lo que se llama el balance estructural, que busca medir el déficit aislando los efectos coyunturales o cíclicos que estuvieron presentes en el año. Este cálculo se usa para orientar la política fiscal a través de la llamada regla fiscal.
Me parecen muy lamentables las graves acusaciones que hizo el nuevo ministro de Economía. La estimación anterior que había dado la Dirección de Presupuestos la había dado explícitamente con el carácter de “preliminar” y la nueva tampoco es definitiva, tal como han advertido. La Dirección de Presupuestos es una institución muy importante y respetada, cuya confiabilidad no se puede arriesgar con acusaciones como las que se hicieron.
Más allá de discusiones metodológicas que son válidas, me parece que lo importante es que de ambas estimaciones es claro que tenemos un déficit estructural alto, cercano a 2% del PIB, el cual se ha mantenido en los últimos tres años.
Esta situación fiscal, ¿puede tener un efecto en las clasificadoras de riesgo?
No lo creo, lo más relevante es el déficit efectivo, que es público y conocido desde enero y estas otras son estimaciones preliminares.
¿Cómo deberá ser el manejo de la deuda pública de la nueva administración?
La fortaleza fiscal de Chile ha sido un factor distintivo muy importante que no podemos arriesgar. Ya dije que nos ha permitido reasignar gastos de intereses a programas sociales y nos permitió mejorar la clasificación crediticia del país con beneficios para todas las empresas y personas que han tenido acceso a créditos con menor costo. Además, nos permitió enfrentar en buena forma las crisis financieras internacionales.
Para no amenazar esa fortaleza hay que plantearse un programa más rápido de reducción del déficit fiscal que el que está previsto para los próximos años. En la medida en que la economía crezca por sobre el 3% y que el precio del cobre esté por sobre el US$ 2,8 con que se han hecho las proyecciones futuras, habría que reducir más rápido el déficit fiscal.
Si se camina en esa dirección y se dan señales claras y si las cosas se hacen bien, se podría revertir la baja en la clasificación de riesgo ojalá antes del fin de este gobierno.
En ese contexto, ¿se requiere un rediseño de la regla de política fiscal y de las metas que se comprometen, por qué ? Si es así, ¿cuál es su propuesta?
Siempre hay perfeccionamientos técnicos, yo he propuesto algunos en un documento que publiqué a mediados del año pasado que se titula “Panorama fiscal: propuestas frente a una situación amenazante”, pero lo principal es la toma de conciencia de que la situación actual, si bien no es grave hoy, es amenazante por la trayectoria futura y porque nos dejará vulnerables frente a crisis internacionales.
Al mismo tiempo, no hay que perder de vista que la principal utilidad de la regla es que guíe la política fiscal, y hay que estar conscientes de que tanta discusión y cambio metodológico debilitan ese rol.
En forma complementaria, me parece indispensable que se termine con la práctica de sobreejecutar los presupuestos de gasto aprobados. El año pasado se sobreejecutó en US$ 300 millones. Esta práctica hace más difícil mantener la siempre difícil disciplina fiscal.
También tenemos que introducir mecanismos que obliguen a evaluar con más rigor el compromiso de futuros gastos fiscales a través de leyes que aprueban beneficios para los años siguientes. Habría que partir por tener un buen registro público de la suma de los compromisos de gastos futuros que se han comprometido por ley.
El ministro de Hacienda señaló que será necesario un ajuste de cinturón, ¿por dónde puede ir?
El presupuesto de este año se acaba de aprobar a fines de noviembre en el Congreso, por tanto, aunque siempre será posible y deseable hacer economías, me parece que lo realmente importante es que mirando a los próximos tres años se produzca una baja importante en los déficits del presupuesto. El hecho de que la economía crezca más y que el precio del cobre supere lo que se supuso para el presupuesto de este año debiera ayudar a lograr un menor déficit que el presupuestado. La modernización del Estado debiera ser parte de una estrategia de mediano plazo.
Políticas públicas
¿Cuál será el mayor desafío de la administración Piñera en el ámbito de las políticas públicas y especialmente en materia económica durante todo su mandato?
Chile se ha caracterizado por buenas políticas públicas. Sin embargo, creo que tenemos que mejorar el proceso de diseño, elaboración y aprobación de nuevas políticas públicas o de su reforma. Hay que enriquecer este proceso de discusión. Tenemos que evitar la improvisación. No es bueno que la discusión parta con un proyecto de ley. Los países que tienen mejores sistemas para aprobar políticas públicas parten discutiendo un documento de política y estrategia. En esa etapa se explicitan los objetivos, los beneficios y costos de lo que se quiere llevar adelante, sus impactos en distintos ámbitos sociales, económicos, medioambientales etc. Solo después que se han logrado acuerdos básicos o que se han objetivado los posibles desacuerdos se presenta un proyecto de ley. Parte de esto lo hemos hecho, con buenos resultados, en las ocasiones en que se han convocado comisiones plurales de personas de reconocido conocimiento de un tema para estudiar y proponer una política.
Hay que ser mucho más sistemático en tener una discusión abierta de política antes del envío de un proyecto de ley. Junto con evitar la improvisación y la discusión en base a puros eslóganes, ayudaría a hacer prevalecer el interés general por sobre los intereses de grupos particulares. Con un Congreso políticamente más fragmentado este proceso es todavía más necesario.
Si este proceso mejora, también contribuiría a aumentar la confianza en las instituciones, lo cual debe ser un objetivo importante.
¿Cómo ve a Alfredo Moreno en el rol de gestionar las reformas sociales del nuevo gobierno, a la cabeza del MDS?
Considero valioso que una persona que ha tenido la destacada trayectoria de Alfredo Moreno asuma el MDS. Es un ministerio en el cual se han radicado entidades del Estado que tienen responsabilidad sobre temas muy complejos, como la corporación indígena o próximamente el Sename.
¿Cuáles son las medidas a las que usted cree que debiera darle prioridad el nuevo gobierno y cuál es su expectativa o qué espera del nuevo equipo económico en ese proceso?
La elección de prioridades que haga el gobierno es una decisión muy importante. Estimo que no basta que sean temas que respondan a algunos de los desafíos que tenemos, debieran al mismo tiempo ser temas en los cuales sea posible crear espacios de cooperación.
En el tema tributario, ¿qué cambios se deberían priorizar?
En materia tributaria, dado el cuadro fiscal que describí, no veo espacios para reducciones de impuestos. Al contrario, estimo que en materia de pensiones habrá una necesidad importante de recursos adicionales. Lo que sí es posible y conveniente es simplificar el sistema tributario y seguir mejorando y facilitando su administración.
¿Cómo ve el rol de la oposición en el Congreso y dónde estarán los puntos más críticos para el nuevo gobierno?
Este gobierno vuelve a lo que ha sido la realidad de todos los gobiernos desde 1990. Ninguno, con la sola excepción del gobierno que acaba de terminar, tuvo mayoría en ambas Cámaras, por tanto, todos se vieron obligados a llegar a acuerdos y a conseguir apoyos más allá de sus parlamentarios. Lo importante es cómo se construyen esos apoyos, si es con un respaldo lo más amplio posible o con unos pocos votos que logren conseguir la mayoría necesaria. Los respaldos amplios son los que dan estabilidad.
Fuente: La Tercera