En exclusiva para El Mercurio, el investigador senior de CIEPLAN propone, de cara a la discusión presupuestaria, una regla muy simple: «Cualquier proyecto de ley que signifique aumento de gasto por sobre los ingresos debe contener también una propuesta de los gastos que bajarán».

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¿Qué hacemos ahora que se acabó el superciclo del cobre?»Así se llamaba el documento que José Pablo Arellano escribió hace dos años, preocupado por las luces amarillas que se insinuaban en las finanzas fiscales. Hoy están casi en rojo. «Hicieron crisis, porque no nos hemos hecho suficiente cargo», dice el ex ministro y director de Presupuestos que manejó la billetera fiscal en los difíciles ’90, cuando el discurso de la responsabilidad-prudencia-gradualidad fue más potente y el precio del cobre estaba bajo el dólar. Ya no ve esa convicción en los actores políticos.

Arellano adelanta aquí un nuevo estudio sobre el panorama fiscal en una «situación amenazante» y alerta frente a los riesgos del déficit fiscal que sigue creciendo y los gastos ya comprometidos para los próximos años. Lo hace ad portas de la discusión del Presupuesto 2018 -el último de este gobierno y marco para el próximo-, y del debate de los programas que los candidatos presidenciales proponen al país.

-¿Dónde se produjo, diría usted, el cambio de la trayectoria que seguimos casi 25 años?

«El recorrido virtuoso y con gran prudencia en el manejo de las finanzas públicas permitió tener entre 1990-98 un superávit promedio de 1,9% del PIB y bajar la deuda pública de 37% a 7%. Una política contracíclica que nos permitió enfrentar el doble terremoto de la crisis asiática y la crisis del 2008-2009, sin sacrificar el crecimiento».

«¿Qué nos pasó? Tuvimos ese superciclo del cobre que fue grande y largo, una recuperación más rápida de la crisis, y eso quizás hizo pensar que todo podía ser permanente y creó una dinámica de gastos que no es sostenible».

-¿Se «creyó Chile el cuento» de que ya era desarrollado?

«En algún grado pasa eso con los períodos de bonanza. Afortunadamente no se ha perdido la convicción de adecuarnos a los precios e ingresos del cobre, pero se creyó que eran más altos de lo que fueron en realidad».

-¿Entró también el bichito del populismo?, ¿se comenzó efectivamente a prometer más de lo posible?

«No veo bichito del populismo en las autoridades de Hacienda ni en el Gobierno, tal vez una cierta mayor tolerancia a comprometer gastos futuros sin estar tan seguros de los recursos para financiarlos».

-¿Eso significa que ya no hay esa convicción profunda en el equilibrio fiscal como centro del modelo de desarrollo para Chile?

«No, diría que a nivel de gobierno, el ex ministro de Hacienda tuvo claramente conciencia y dio muestras, por ejemplo, en los reajustes del sector público que fue de 3,2% el año pasado, habiendo sido 4% y 6% antes. Pero no está tan clara en los actores políticos. Las iniciativas y mociones que presentan los parlamentarios no se ajustan a la iniciativa exclusiva que tiene el Presidente en materia de gasto».

-¿A qué iniciativas se refiere?, ¿a la de bajar la jornada laboral que patrocina la diputada Camila Vallejo (PC), por ejemplo? Ahora se sumó la candidata Beatriz Sánchez.

«Bajar la jornada laboral o dar beneficios a cierto tipo de empleados, erosiona la disciplina fiscal, que es indispensable. No podemos pasar por alto que este año tendremos un déficit de US$7 mil millones que se financia con deuda que hay que pagar y también con millones en intereses».

-¿Queda desdibujado el discurso de la responsabilidad con la partida del ministro Valdés? Confesó que no pudo convencer «a todos» de la centralidad del crecimiento…

«Espero que no, Nicolás Eyzaguirre ha asumido su nuevo rol poniendo el acento en la necesaria austeridad fiscal en las actuales circunstancias».

-Pero el mismo día del cambio de gabinete, la Presidenta Bachelet dijo: «No concibo un desarrollo dando la espalda a las personas». ¿Cómo lee usted esta frase?

«Coincido. La preocupación por el crecimiento económico es por el bienestar de las personas y en particular por los más vulnerables. La idea del crecimiento con equidad no tiene otro propósito».

«El gasto del Gobierno no puede seguir a este ritmo»

-La responsabilidad fiscal fue un valor intransable del «modelo chileno», ¿por qué dejó de ser tan dramático caer cada año en déficit?

«Con la crisis financiera internacional se usaron parte de los ahorros acumulados y se incurrió en importantes déficits para compensar sus efectos. El endeudamiento creció desde prácticamente cero a fines de 2012, a 13% del PIB estimado para fines de este año y llegará a 19% del PIB a fines de 2020; un mayor endeudamiento neto de US$ 15 mil millones. Eso significa retroceder más de veinte años, a los niveles de endeudamiento que tuvimos en 1994».

«Puede que hoy no parezca tan grave porque tenemos una deuda todavía baja, pero el gasto en intereses ya ha aumentado en más de US$ 1.000 millones comparado con 2009, y en tres años pagaremos el doble. La situación es cada vez más vulnerable y no presenta signos de mejora. Es lo que han recogido las clasificadoras de riesgo en la reciente baja y si no rectificamos ahora, en algunos trimestres se estará discutiendo revisarla nuevamente».

-Chile llegó a AAA-, casi de país desarrollado; el mundo privado reaccionó con alarma al recorte pero el discurso oficial no acusó mayor recibo, ¿faltó un campanazo más fuerte?

«Estamos a tiempo de dar un campanazo y mientras antes, mejor. Todavía es posible. La deuda es todavía baja, pero va a ser cada vez más grave y los intereses más altos. El gasto en intereses se elevó en 18% en el primer semestre; más de US$1.000 millones. Eso es más que todos los excedentes de Codelco en el mismo período».

«Rectificar hoy significa que los gastos públicos crezcan menos; de lo contrario, tendremos que recortarlos a futuro. Si vemos el nivel de gastos comprometidos para los próximos tres años, no solo no hay holguras, sino que supera los máximos compatibles con la meta de déficit vigente. El gasto no puede seguir a este ritmo».

-La Presidenta Bachelet ya anunció que extenderá la gratuidad en la educación del actual 50% al 60% de los estudiantes, ¿es prudente?

«Necesitaría ver en detalle las estimaciones de su costo porque pasar del 50 al 60% significa un aumento importante de gastos el 2018 y en los años siguientes (…)».

«Hay que mirar esto con gran responsabilidad, sobre todo compararlo con lo que se dejaría de financiar. Tiene clara prioridad asignar más recursos a las instituciones que trabajan con los niños del Sename y a los programas que atienden a los desertores del sistema escolar (…) No tengo dudas que insistir en la gratuidad universal no contribuye a la equidad ni se hace cargo del panorama fiscal».

Campaña: «No hay un discurso acorde a las finanzas fiscales»

-Lanzada la elección presidencial, ¿es realista pensar que los candidatos no comprometerán nuevos gastos en sus propuestas?

«Lo peor sería seguir este camino, porque la realidad va a ser más fuerte. No se van a poder cumplir las promesas y eso generará mayor frustración y desconfianza mayor».

-¿Cómo se desactiva el poder de «la calle»? Las ofertas electorales han ido subiendo en las últimas elecciones al ritmo de las movilizaciones sociales.

«El rol de la autoridad es encauzar, priorizar, mostrar lo que es posible y lo que no. Mi experiencia es que la gente reconoce y valora el discurso de la responsabilidad».

-¿Ve ese discurso en lo que llevamos de campaña?

«Falta tomar conciencia. Claramente no hay un discurso acorde con la realidad de las finanzas fiscales, ofertas de mejoras que no son acordes con el panorama fiscal».

-En su estudio, usted concluye que «no hay holguras para el próximo gobierno». ¿Qué significa?

«No hay holgura. No ha sido habitual encontrarse con tantos gastos comprometidos y si los proyectamos al 2020, superan en 10% real los gastos del presupuesto 2017».

«Lo habitual en los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y el primero de Bachelet, fue que los gastos comprometidos eran menores a los del presupuesto que se estaba aprobando. Existía una verdadera holgura para la administración siguiente, pero la situación actual es muy distinta; hay que poner todo el énfasis en el crecimiento y tomar iniciativas en el manejo fiscal».

-Se critica que este gobierno no puso el crecimiento al centro, ¿está de acuerdo?

«No ha tenido el énfasis que necesitamos; basta ver los resultados (…) Por eso hablo de tomar conciencia y planteo una regla muy simple: cualquier proyecto de ley que signifique aumento de gasto por sobre los ingresos debe contener también una propuesta de los gastos que bajarán».


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