Una revisión del Presupuesto 2012 a la luz de los cambios en el escenario internacional y las crecientes presiones sobre los precios, plantea el economista de Cieplan y ex jefe de estudios de la Dirección de Presupuestos, Jorge Rodríguez.
“Como la situación macro ha cambiado, y la crisis europea no nos está pegando tan fuerte, vale la pena revisar si convendría ejecutar el Presupuesto tal cual se aprobó en noviembre del año pasado, en medio de una discusión sobre la necesidad de estímulos fiscales para acelerar la actividad económica y sostener el nivel de empleo”, señala.
A juicio del economista, “como el trabajo de los ministros de Hacienda siempre es difícil”, el nuevo problema que debe enfrentar la autoridad son las presiones inflacionarias.
¿Debería recortarse el gasto?
—Es una variable que hay que monitorear. En noviembre del año pasado, cuando aprobamos el Presupuesto 2012, la duda era si sería necesario un gasto extra como estímulo fiscal. Pero hoy día está claro que no se necesita. La pregunta relevante hoy es si tal vez sea necesario un poco menos de gasto, para que el fisco también haga su contribución a no presionar la inflación. El Banco Central ya ha empezado a actuar, ya detuvo la reducción de la tasa y es probable que la aumente en los próximos meses.
¿De seguir aumentando estas presiones inflacionarias dónde ve espacio para un ajuste?
—No hay mucho espacio. Cuando asumió este gobierno dijo que había mucho gasto para recortar y, efectivamente, hizo un esfuerzo, especialmente en bienes y servicios y algo en personal, pero eso tiene un límite y es un componente pequeño dentro del gasto total.
Existía esta idea de que había mucha grasa en el Estado y que cerrarían muchos programas que no funcionaban. Pero transcurridos dos años en realidad no ha habido un cierre sustantivo. La conclusión es que ni para la Concertación ni para el gobierno de Piñera es fácil recortar programas y, con ello, el gasto. Más aún en un año eleccionario.
Algunas de las propuestas tributarias parecen tener ese objetivo de corto plazo, como la reducción de timbres y estampillas y los cambios al Sipco.
La política fiscal tiene que reaccionar según la coyuntura y a veces se necesita un gasto mayor al PIB y otras no.
Manuel Marfán mostró preocupación por el abultamiento de la ejecución hacia fin de año …
—Históricamente siempre hay un poco más de ejecución en los últimos meses del año. En 2010 y 2011 fue un poco excesivo, pero en lo que va de 2012 comenzaron a gastar en forma mucho más homogénea.
Eso es positivo, pero como la base de comparación de 2011 es baja, la tasa de crecimiento del gasto de los primeros meses de este año será muy alta, en torno a 14%. Entonces, cuando la Dipres informe que el primer trimestre el gasto creció dos dígitos será un poco preocupante desde el punto de vista de la inflación y van a comenzar las presiones para que haya un recorte presupuestario.
¿Qué le parece la lógica de que el gasto crezca menos que el PIB que ha impulsado Hacienda?
—No creo que tenga que existir una lógica ex ante , porque eso no es una meta ligada a nada. La política fiscal tiene que reaccionar según la coyuntura y a veces se necesita un gasto mayor al PIB y otras no. Ahora, una discusión distinta es cuál es el tipo de Estado que quieres tener. Si consistentemente quieres que el gasto crezca menos que el PIB, en el fondo lo que quieres es que el Estado sea más pequeño y eso tiene más que ver con ideología que con otra cosa. Lo interesante es que, a pesar de ese discurso, si se miran las propuestas de este gobierno en general no apuntan a tener un Estado más pequeño. Se acaba de anunciar una agencia estatal para administrar los créditos de educación superior, antes se anunció una superintendencia de Educación Superior, se creó el Sernac Financiero, y así varios ejemplos más.
¿Se dio cuenta de que necesita un Estado más grande?
—En buena hora este gobierno se dio cuenta de que se necesita un Estado fuerte y que tiene un rol relevante que jugar. Pero eso requiere recursos y no es compatible con ir gastando menos, salvo que en el Estado haya una lista grande de programas para cerrar. Como hemos visto, la experiencia muestra que esto último no es fácil.
¿Cómo altera las cuentas fiscales la reforma tributaria para financiar la educación?
—El gobierno durante los dos primeros años dijo que no necesitaba una reforma tributaria, porque confiaba en que el fisco iba a tener más ingresos por el crecimiento económico. En el intertanto se dedicó a aprobar un montón de proyectos que significan gastos importantes de manera permanente: La extensión del postnatal, la eliminación del 7% en salud, becas para educación superior, el ingreso ético familiar, el nuevo subsidio para el Transantiago.
Si uno hace una suma rápida de todo eso da unos US$ 900 millones de gasto extra al año, sin considerar los nuevos anuncios en educación superior. Esta cifra es muy similar a la que se espera recaudar con la reforma tributaria. O sea, la reforma tributaria servirá para dejar un saldo más equilibrado, pero en ningún caso están dejando un saco de recursos para nuevas reformas. Eso significa que un nuevo gobierno, del color que sea, eventualmente tendrá que buscar nuevos recursos para implementar su programa.
Reforma tributaria “no es muy significativa”
¿Cuál es su evaluación de la propuesta tributaria del gobierno?
—Si va a recaudar entre US$ 700 millones y US$ 1.000 millones, no es muy significativa, considerando que el Gobierno ya tiene comprometido todo ese gasto.
Por el lado de la equidad, hay que hilar más fino. Pero es un hecho que nuestro sistema tributario tiene bastantes problemas de equidad en la cola superior de la distribución. En Chile el 80% de las personas no paga impuesto a la renta. El diseño lógico es que los más ricos paguen tasas más altas, pero por un montón de franquicias tributarias ello no siempre ocurre.
Hay medidas que van en la dirección contraria, como rebajar el impuesto a los combustibles, rebajar la tasa a las rentas más altas y permitir descuentos tributarios por gastos de educación a las personas de rentas altas.
¿Hay que eliminar las exenciones al capital?
—Hay que eliminar algunas de las muchas que existen. Pero, no todas las franquicias son malas y hay que verlas caso a caso.
Existía esta idea de que había mucha grasa en el Estado y que cerrarían muchos programas que no funcionaban. Pero transcurridos dos años en realidad no ha habido un cierre sustantivo”.
Fuente: La Segunda