Revisa la entrevista realizada a José Pablo Arellano, investigador senior de CIEPLAN, para el diario La Segunda.
Es de aquellos que temen que su partido, la Democracia Cristiana, siga perdiendo relevancia. También de aquellos que esperan que en el próximo gobierno de Sebastián Piñera la DC aporte con experiencia de la “Concertación”, y rechaza la arremetida disciplinaria contra los que a su juicio, han hablado con valentía.
Sobre los vientos a favor del próximo gobierno, el manejo de expectativas y las prioridades de Piñera, habla el ex ministro y ex director de Presupuestos José Pablo Arellano, investigador de Cieplán. En una entrevista vía cuestionario, marca sus posiciones.
—Se habla del “efecto Piñera” en recuperación económica. Economistas y empresarios han expresado altas expectativas de progreso con la llegada del próximo gobierno. ¿Las comparte?
—El triunfo de Sebastián Piñera con una votación mayor a la esperada y el hecho de que su propuesta pone mucho mayor énfasis en el crecimiento de lo que lo hacía Guillier, que ofrecía continuidad, indudablemente que genera expectativas de mayor crecimiento. En los últimos cuatro años, el crecimiento ha caído en una parte importante por la caída de la inversión, por lo que las mejores expectativas pueden impulsar la inversión y así elevar el crecimiento y generar un impulso virtuoso. Ojalá que sea así, porque llevamos varios años de bajo crecimiento y esto se traduce en menor creación de empleos y menos recursos para financiar programas de
desarrollo que el país necesita. Sin embargo, este cambio de expectativas no es suficiente para un crecimiento sostenido. Necesitamos elevar la productividad, que lleva muchos años sin mostrar mejoras. Elevar la productividad es más difícil y no es sólo un tema de expectativas
—¿Cómo debe manejar las expectativas el próximo gobierno?
—Es fundamental no crear expectativas desmedidas, por el contrario, moderar las que se crearon en los últimos meses. Durante la campaña ya se hicieron más promesas de lo que será posible concretar en los próximos cuatro años. En el gobierno anterior de Piñera se inflaron las expectativas: se decía que en pocos días se iba a hacer más que lo hecho en años por sus antecesores. La actual situación fiscal y sus proyecciones obligan a ser extremadamente cuidadosos. Ha habido un aumento muy importante de la deuda de gobierno, y las proyecciones son que esto seguirá ocurriendo no sólo en 2018, sino en el trienio siguiente. Esto está teniendo un creciente costo en pago de intereses de la deuda. Todo ello limita lo que es posible hacer con fondos públicos. Me parece que actualmente no hay suficiente conciencia de las consecuencias que tiene esta situación y los límites que impone.
“Espero que se mantenga el espíritu de moderación que hemos visto desde la elección”, remarca. “ Presidente electo y sus más cercanos reconocen las limitaciones existentes, buscan el diálogo e invitan a construir acuerdos, y reconocen que un progreso sostenido sólo se logra con la colaboración de muchos y que no basta con la voluntad del gobierno”.
—¿Cuáles son los vientos a favor del próximo gobierno?
—Los vientos a favor vienen de la economía internacional. Los pronósticos para la economía mundial en 2018 son los mejores que vemos desde la gran crisis de 2008-9. El escenario más probable a nivel internacional es uno de mayor crecimiento y eso ayuda a nuestros exportadores y, en general, a todo el clima de inversiones.
—¿Qué sectores vislumbra como los motores del próximo año?
—El crecimiento estará impulsado por la inversión, por la exportación y, en particular, por sectores como el agrícola y el minero mostrarán un crecimiento mayor.
—Durante la campaña, Piñera se abrió a ampliar la gratuidad en educación superior y afirmó también: “No tengo ningún problema con que exista una AFP estatal que compita con las mismas reglas que todos los jugadores”. Si usted tuviera que aconsejar al próximo gobierno, ¿cuáles son las banderas de la futura oposición que Piñera debiera hacer propias y cuáles no debiera incorporar por ningún motivo?
—Es muy importante la agenda que priorice el gobierno para el próximo año. A mi modo de ver, tiene que cumplir dos condiciones: dar respuesta a los problemas más urgentes de las personas y concitar acuerdos amplios, y no ser fuente de división y polarización. Un tema que pienso que tiene esas características es la modernización del Estado. Hay una serie de iniciativas que se podrían impulsar, con las cuales se puede mejorar la vida cotidiana de las personas que recurren a servicios de los que el Estado es responsable.
Pensemos en la atención de salud, en la seguridad ciudadana, en el transporte urbano, etc. Todo ello puede mejorar si el Estado funciona mejor. La modernización del Estado también es una política que puede elevar la productividad y así el crecimiento y la competitividad.
“En educación”, puntualiza el ex ministro de esta cartera, “durante estos años el foco de la discusión ha estado en el financiamiento y en la organización del sistema. Pienso que hay que poner la mirada en la sala de clases y en cómo apoyamos y favorecemos un proceso de aprendizaje más efectivo. Eso no es cuestión de leyes ni de grandes reformas, sino del trabajo cotidiano de los equipos de cada centro educacional para mejorar la calidad de los aprendizajes. Es un trabajo en todos los colegios e instituciones de educación superior, porque incluso los de mejor desempeño todavía tienen resultados bastante por debajo de lo que logran en los países de alto desempeño educacional”.
Arellano sostiene asimismo que “hay que centrarse en los medios para mejorar las pensiones actuales sin perjudicar a los futuros pensionados. Este es un tema sobre el que hice una propuesta con medidas concretas y donde me parece indispensable abandonar las respuestas fáciles, no hay soluciones mágicas”.
—Para Alfredo Moreno, presidente de la CPC, la difícil tarea que desde marzo emprenderá el gobierno requerirá de muy buenas políticas públicas “y mucho apoyo de todos los sectores”. ¿Cómo, con una oposición tan fragmentada?
—A partir de marzo se vuelve a lo que ha sido la realidad permanente desde el regreso a la democracia, el gobierno no cuenta con mayoría en el Congreso. Este segundo gobierno de Bachelet ha sido una excepción al tener mayoría en ambas Cámaras. Todos los gobiernos anteriores tuvieron que construir acuerdos con la oposición para aprobar sus iniciativas de ley. Volveremos a esa realidad, con un desafío adicional porque el Congreso estará más fragmentado. Eso obligará a un debate más cuidadoso de las políticas públicas y exigirá construir acuerdos, es más difícil, pero a mí me parece que cuando se hace bien, es mucho mejor.
—¿Qué rol le asigna usted a la DC en los acuerdos con el próximo gobierno?
—La DC, desde la oposición, puede y debe aportar con su experiencia exitosa de los gobiernos de la Concertación a buscar las mejores soluciones para el progreso del país. Los desafíos son muy importantes, las necesidades de los millones de personas que todavía viven en pobreza o con temor a caer en ella, como para no aportar con buenas políticas públicas. Si no juega ese rol, destacándose por contribuir a las mejores respuestas para contribuir al desarrollo del país, me temo que pueda seguir perdiendo relevancia.
—En medio de la crisis que vive la DC, ¿ayuda que se quiera sancionar disciplinariamente a militantes
emblemáticos como Mariana Aylwin?
—Mariana Aylwin ha dado opiniones políticas claras y valientes. Sus planteamientos cuestionando la forma en que se llevaron adelante las reformas durante este gobierno yo los comparto. Creo que el resultado electoral da la razón a esas críticas. No me parece que las opiniones políticas sean objeto de sanciones disciplinarias. Deben ser objeto de debate político y de ideas. Es un muy mal camino pretender oponerse al debate político
con sanciones disciplinarias.
—En el mercado existe la expectativa de que el nuevo gobierno simplificará la reforma tributaria de Bachelet que entrará en plena vigencia el 2018. ¿Qué enmiendas le haría usted?
—En materia tributaria no hay espacios para reducir mpuestos. La situación fiscal y sus proyecciones son preocupantes. Ya tuvimos una baja en la clasificación de riesgo y no podemos arriesgar otra baja, por el contrario, ojalá lográramos revertir la baja de clasificación.
“Simplificar un sistema complejo sí me parece conveniente”, enfatiza. “Pero eso hay que verlo técnicamente y teniendo en cuenta que el sistema recién está entrando en régimen, y con cualquier revisión hay que ser muy cuidadosos de no perder recaudación”.
“No creo que sea éste el momento para abrir una discusión sobre el impuesto a las empresas. Hay otros factores que sin costo fiscal pueden contribuir a estimular la inversión. Por ejemplo, mejorar y agilizar todas las autorizaciones y trámites necesarios para llevar adelante un proyecto, o mejorar la logística”.