Autores: Patricio Meller y Jorge Rodríguez
Fuente: El Mercurio

Señor Director:

El editorial del 17 de noviembre sobre regulación de aranceles en educación superior omite elementos clave del debate. No considera que el costo relativo de las universidades chilenas es el más alto del planeta y que, a diferencia de los países de la OCDE, lo pagan fundamentalmente los jóvenes y sus familias, generándoles niveles extremadamente elevados de endeudamiento.

Tampoco considera que se generan desequilibrios crecientes porque hay dos métodos de reajustabilidad diferentes: uno para las becas y créditos, que se reajustan fundamentalmente según IPC, y otro, desconocido, que es usado por cada universidad para el reajuste de sus aranceles efectivos.
«En Australia, Nueva Zelandia y Reino Unido se regulan los aranceles, y la calidad de sus universidades es superior a la de las chilenas».
La racionalidad económica sugiere que se debería usar un solo indicador de reajustabilidad, para no generar brechas crecientes, las que hoy promedian 25%. Pero para ello se requiere transparencia respecto de los factores que determinan el alza de los aranceles universitarios. ¿Estarán dispuestas las universidades a transparentar sus estructuras de costos? Ante esa dificultad, la herramienta de política pública alternativa es la fijación de aranceles.

Su aplicación requiere dejar de lado objeciones meramente ideológicas. En régimen, se requiere de un sistema que fije aranceles en función de una universidad modelo, identificando el costo de brindar una educación de calidad. Para un primer paso en 2012, el Mineduc debe sugerir a todas las universidades que mantengan los mismos aranceles cobrados en 2011. Las universidades que libremente deseen cobrar más que lo sugerido no podrían recibir recursos fiscales. Una eventual pérdida de ingresos de las universidades sería compensada por una expansión de la matrícula. Por lo demás, recordemos que los aranceles universitarios han aumentado en promedio un 60% sobre la UF en los últimos 12 años.

Regular aranceles no puede caricaturizarse como una medida “de tipo soviética”. En Australia, Nueva Zelandia y Reino Unido se regulan, y la calidad de sus universidades es superior a la de las chilenas. Y en nuestro país se regulan los precios en los sectores eléctrico y de servicios sanitarios, sin que ello haya afectado su desarrollo. Lecciones de todas estas experiencias pueden utilizarse para regular los aranceles universitarios en Chile.


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