Lea la entrevista al ex ministro e investigador senior de CIEPLAN, José Pablo Arellano: «En tiempos de multilatinas, los gobiernos deben cuidar aún más las inversiones».
Un total de 1.200 empresas chilenas han invertido unos US$ 100 mil millones en más de60 países, aunque concentrados sobre todo en América Latina.
La temprana apertura comercial de la economía chilena y lo pequeño del mercado local llevaron a las empresas de nuestro país a emprender un rápido tránsito desde una etapa de exportaciones a un vigoroso proceso de inversiones en otros países, configurando una inserción internacional 2.0, según le llama el economista e investigador de Cieplan, José Pablo Arellano, en un estudio sobre las multilatinas chilenas.
En el informe, el economista y director de empresas señala que en apenas unas décadas más de 1.200 empresas locales han traspasado las fronteras, con una inversión de casi US$ 100 mil millones a fines de 2014.
La apuesta está diversificada en más de 60 países, pero se concentra en América Latina: Argentina, Brasil, Perú y Colombia reúnen el 70% de todo lo invertido afuera. Arellano destaca que Chile es el país latinoamericano donde este fenómeno es más importante en términos relativos: respecto del PIB, el stock de inversión extranjera directa (IED) de empresas chilenas superó el 30% en 2013, mientras que en Brasil alcanza 12% y en México, 11%.
“Chile es comparable a los países nórdicos, que también tienen economías pequeñas e históricamente dedicadas a los recursos naturales”, dice en el estudio, aunque en esas latitudes la relevancia es bastante mayor: en Noruega llega al 47%, mientras en Dinamarca y Suecia alcanza el 78%.
En su estudio, Arellano asegura que el surgimiento de las multilatinas tiene beneficios tanto para las compañías que se expanden hacia el extranjero como para sus países sede. Para las empresas, la principal ventaja es que aporta capacidad de crecimiento y, por ende, ganancias para los accionistas. Permite acceso a nuevos mercados, a activos estratégicos, a bienes y servicios no transables y a recursos naturales no disponibles en Chile, como en el área forestal o, más recientemente, en las viñas, por ejemplo. También posibilita una mayor diversificación de los riesgos.
-En su informe usted muestra esta tendencia como algo claramente positivo para las compañías, ¿tiene además beneficios para los países?
Ciertamente es bueno para los accionistas y puede serlo también para los consumidores en la medida que se traduce en menores costos que se llevan a precios. Para otras empresas proveedoras del país sede, puede adicionalmente ser una oportunidad de salir junto a la multilatina. Es un cierto clúster porque en torno a estas empresas y sus casas matrices se generan actividades estratégicas de mayor valor, que suelen estar asociadas a mejores empleos y a más innovación.
-¿Esta nueva internacionalización es una tendencia creciente? Sí, por el mayor desarrollo de las cadenas productivas globales. Las compañías tienden a especializarse, abarcan áreas geográficas más amplias, pero en un espacio productivo más limitado.
-¿Podría hacer una proyección sobre lo que viene para Chile?
No, pero lo que uno ve es que hay empresas chilenas que salen y otras que se venden. A mí me gustaría que fueran empresas con inversionistas principalmente chilenos los que salieran afuera, por los beneficios que veo en eso. Ahora, las empresas que han sido compradas siguen operando acá, pero es probable que alguna actividad que se pudo haber hecho en el país, comience a realizarse desde afuera. En el estudio menciono el caso de las empresas de ingeniería, que es un sector muy interesante y en el que buenas compañías chilenas hoy son parte de otras internacionales. En buenahora por ellas, porque tienen un alcance mayor, pero hubiera preferido que esas empresas fueran las que crecieran y adquirieran otras.
-¿Los gobiernos deberían incentivar la inversión de las compañías fuera del país?
-Por lo menos deben estar atentos, evitar trabas. Este proceso está produciendo algo que no siempre es fácil para los gobiernos, que es la integración desde la base.
-¿Qué efecto tienen en las multilatinas los períodos de bajo crecimiento, como el actual, cuando además hay incertidumbre? La mayor parte de nuestras empresas se han internacionalizado en países de la región, que lamentablemente están pasando por un período similar de baja en el ciclo en los commodities, de modo que no compensa como sí lo haría si estuvieran invertidos en EEUU, Europa o Asia. El efecto que sí existe es que si las condiciones para la inversión, por commodities o por condiciones internas, se vuelven menos favorables en un determinado país, otro puede volverse más atractivo. Entonces, debemos tener doble cuidado para no desestimular la inversión, porque eso podría llevar, ahora con más facilidad, a que las empresas que están en otros países inviertan en los mercados que les son más favorables.
-En tiempos de bajo crecimiento y de multilatinas, tener aún más cuidado… -Especialmente porque las empresas tienen más facilidad para asignar sus inversiones donde les resulta más favorable. Ya están, conocen otros mercados, de modo que reorientar inversiones es más fácil si es que las condiciones de mi país se hacen menos atractivas. Hay un mayor impacto de las políticas internas.
-¿Teme que eso esté pasando en Chile? -El ciclo de los commodities es general, pero en el caso de nuestro país se ha sumado cierta incertidumbre interna. No somos los únicos desafortunadamente. En Brasil es incluso mayor. De todas maneras, no es algo que se manifieste con una magnitud como para notarlo, pero puede ocurrir si no recuperemos un clima favorable para la inversión.
-¿Cómo se maneja el tema de los gobiernos corporativos en estas empresas globales?
-En la medida que las empresas se complejizan es más importante que tengan un buen gobierno corporativo, entre otras cosas porque la reputación es muy relevante. Hay experiencia acumulada, se debe aprender de las empresas de ese tamaño en el mundo y ponerse pantalones largos. Ese es un rol que deben cumplir tanto los directorios como la plana ejecutiva de las compañías.
Fuente: Teresa Espinoza, Diario Financiero