Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera
La hormiguita de Esopo no pasa hambre, porque guarda en la abundancia para alimentarse en la escasez. La cigarra, por el contrario, va de parranda en la abundancia y sufre en la escasez. Toda una clase de economía. El Estado chileno ha sido como la cigarra. Embarcó al país en una parranda durante el boom del salitre, y el impacto de la Gran Depresión fue devastador. Más tarde, el Estado se movió según el ritmo del precio del cobre. Aumentó su gasto durante las vacas gordas, para ajustarlo durante las vacas flacas. De paso, el ciclo del cobre también provocó vaivenes serios -con dos crisis incluidas- en la balanza de pagos y en la tasa de crecimiento.
A partir de 1990, el Estado se transformó en una hormiga. Las cuentas fiscales mejoraron significativamente hasta el año 2000. En 2001 se salta a una etapa superior, cuando se inaugura la regla fiscal. Esa regla tiene como propósito estimar los ingresos fiscales, corrigiendo por el ciclo del precio del cobre y por el ciclo del producto de la economía. O sea, ahorrar en la abundancia para evitar ajustarse en la escasez.
Es especialmente notable el trienio 2006-2009, cuando comenzó el boom del precio del cobre. En efecto, al consolidar el gobierno, el Banco Central y las empresas públicas, la deuda neta en 2006 era negativa (nos debían más que lo que debíamos), por un total de -1,7% del PIB. En 2009, esa posición mejoró a un -6,5%. En solo tres años, el Estado mejoró su patrimonio en casi cinco puntos del PIB. ¡Notable! ¡Una Súperhormiga!
A partir de allí, la naturaleza de la cigarra reapareció. ¿Qué pasó? Las estimaciones del PIB de tendencia para la regla fiscal se sobrestimaron, y el precio estructural del cobre se elevó aceleradamente. ¡Este último aumentó en más de 50% entre 2009 y 2012! No conozco otra variable estructural así de dinámica. Más parece realismo mágico, puro y simple.
En 2014 tuvimos el “surrealismo sin renuncia”. Más tarde, gracias a Dios (o a Rodrigo Valdés), éste se transformó en “realismo sin renuncia”, introduciendo correcciones en los parámetros (PIB y cobre) de la regla fiscal, aunque de manera insuficiente. El efecto práctico de lo anterior es que la posición deudora neta del Estado en 2017 fue de 9% del PIB. Comparado con el -6,5% de 2009, significa que el patrimonio del Estado se deterioró en 15,5 puntos del PIB en ocho años. Casi dos puntos por año, a pesar de que en ese período se registró el precio del cobre más alto de la historia. ¡Adiós hormiga, hola cigarra!
A propósito de hormigas, me causa admiración el Fondo Noruego. Ese país descubrió grandes yacimientos de petróleo hace algunos años, y pensaron con una mentalidad de largo plazo. Ahorran el 100% de la renta del petróleo en un fondo, y solo la rentabilidad real de ese fondo está disponible para gastos del Estado (pensiones). Así, los noruegos de hoy y de todo el futuro saldrán beneficiados. El Fondo Noruego actual es gigantesco y aporta significativamente al Estado. ¡Qué envidia!