Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera
Está en discusión la elección directa de intendentes. El espacio de esta columna impide entrar a fondo, y sólo abordamos una perspectiva. Como muchos temas, hay aspectos positivos y otros preocupantes en esta iniciativa. ¿Qué hacer entonces? Una manera de abordar este tipo de dilemas es analizar qué puede salir mal, o qué errores pueden cometerse. Para ello recurriré al concepto de error tipo 1 y error tipo 2, propio de las estadísticas. Es una manera de razonar que he utilizado muchas veces en mi vida pública.
En las encuestas se suele informar acerca del margen de error, que corresponde al error de tipo 1. Ese error es el que estadísticamente se podría cometer bajo la hipótesis de que la muestra de la encuesta es representativa de la población. Una encuesta de mala calidad, aunque informe el margen de error 1, tiene una alta probabilidad de cometer un error de tipo 2: la hipótesis correcta es que la muestra no es representativa y, por lo tanto, sus resultados tampoco lo son (es una pena que muchas veces ése sea el caso en Chile).
Muchos académicos y especialistas trabajan con modelos que después contrastan con la evidencia. En prácticamente el 100% de los casos el análisis es bajo la hipótesis que el modelo representa bien la realidad, y se mide el error de tipo 1, como en las encuestas. En prácticamente el 100% de los casos no se mide el error de tipo 2. Esto es, que la hipótesis correcta es que el modelo representativo de la realidad es otro. En políticas públicas este tema no es menor. El análisis de error 1 está bien para publicar en revistas especializadas, pero es insuficiente para evaluar políticas públicas. Lo más probable es que el modelo que inspiró el Transantiago pasó todas las pruebas estadísticas del error tipo 1, pero se cometió el error de tipo 2 (el modelo correcto era otro). Cuando a alguna iniciativa se le acusa de ser un nuevo Transantiago, en realidad se le acusa de estar basada en hipótesis y premisas voluntaristas o abiertamente falsas.
Respecto de la elección directa de intendentes, que se suma a la reciente elección directa de consejeros regionales, me pregunto cuál hipótesis es más representativa de la realidad:
Hipótesis 1: los Gobiernos Regionales serán más parecidos al Gobierno Central (cuadros técnicos y profesionales de buen nivel; la Contraloría, los medios de comunicación y las redes sociales activas y vigilantes; corrupción y malas prácticas más como excepción que como la regla, etc.).
Hipótesis 2: los Gobiernos Regionales serán más parecidos a los municipios (salvo pocas excepciones, con una Contraloría ausente, poca vigilancia ciudadana, cuadros técnicos y profesionales insuficientes, malas prácticas habituales, etc.).
¿Por qué es más importante legislar rapidito que hacerlo bien? ¿Por qué este tema tan importante se legisla por separado en vez de incluirse en la discusión sobre reforma constitucional? ¿Por qué no mejor empoderar a las regiones con elección directa al final de un camino de fortalecimiento institucional?