Apuntalar el crecimiento en 2014, que andará en torno al 4%, es el primer obstáculo del próximo gobierno, según los expertos.

Si los pronósticos de Hacienda y del Banco Central se cumplieran este año, la administración de Sebastián Piñera dejará el poder con una tasa de crecimiento promedio de 5,5% anual, con algo más de 830.000 nuevos empleos creados desde marzo de 2010 y con una tasa de inversión privada que pasó desde un 23,3% del PIB en 2010 a cerca de 27% al cierre de 2013. Y si las estimaciones oficiales para este y el próximo año se consolidan, la inflación seguirá en el rango de 2% a 3% cifrado por la entidad.

Pero quien gane la presidencial partirá con un obstáculo clave para la armonía social y política, como será apuntalar el crecimiento, tras la corrección a la baja en las proyecciones que esta semana consignó la Encuesta de Expectativas del BC. Ahí, los agentes estimaron una expansión del producto interno bruto (PIB) de apenas 4,2% para 2013, desde el 4,3% previsto en octubre, y de 4,1% para 2014, desde el anterior 4,4%. Si eso se cumple, serían las tasas más bajas en cuatro y cinco años, respectivamente (ver infografía).

Elevar la tasa de crecimiento es clave para el nuevo gobierno, pues de eso depende la continuidad de los buenos indicadores en materia de empleo, demanda interna y su aporte a la inflación controlada. Pero también para conseguir los recursos fiscales que permitan cumplir sus promesas electorales. Y ahí el asunto tampoco está fácil: quien llegue a Palacio partirá con un escenario fiscal restrictivo, con un crecimiento del gasto en la Ley de Presupuesto 2014 de 2,1% respecto del erario actual, el más bajo en una década, o de 3,9% si se lo mide respecto del gasto fiscal efectivo con que cerraría este ejercicio.

El cuadro general

La administración Piñera asumió en marzo de 2010, en medio de los coletazos del terremoto y con una caída de 1% del PIB en 2009, como resultado de la crisis internacional. Al cierre de su primer año de gobierno terminó con una expansión de 5,8%, y para este año Hacienda estima una expansión de 4,9%, mientras el BC la proyecta en el rango de 4% a 4,5%.

“La discusión que surja al asumir el nuevo gobierno será sobre los supuestos con que se construyó el Presupuesto 2014, que para algunos son optimistas e implicarían problemas de financiamiento. Uno de esos es el crecimiento proyectado, que influye directamente en la magnitud de los recursos tributarios estimados. El gobierno usó una tasa considerada alta respecto de las nuevas estimaciones”, afirma José Yáñez, académico de la U. de Chile.

Estima un crecimiento cercano al 4% en 2014 y en torno al 4,5% bajo la próxima administración, pero también que la inflación continuará bajo control sólo en la medida que el nuevo gobierno aumente el gasto fiscal permanente financiándolo con ingresos permanentes.

Sus otras estimaciones para 2014 apuntan a una expansión del 3% en las exportaciones y 4% en importaciones, “en parte por una ligera mejoría en la situación económica mundial”, dice.

Alejandro Fernández, socio de Gemines, coincide en la duda sobre el crecimiento. “Es muy difícil que la economía local pueda sostener tasas en torno al 5% en los próximos años, y menos hacia arriba. Más bien, en ausencia de reformas estructurales será difícil crecer sobre 4,5% de modo consistente en los años próximos y eso, sin duda, implica un ajuste fiscal relevante para las nuevas autoridades”, afirma.

El empleo es otro tema. Según datos del INE, entre marzo de 2010 y septiembre de 2013 se han creado 833 mil puestos de trabajo, en tanto la tasa de desempleo al tercer trimestre del año se mantiene en 5,7%. Además, a esa fecha, la tasa de ocupación crecía a un ritmo de 2% anual, mientras que la fuerza de trabajo lo hacía al 1,1%.

Jorge Rodríguez, experto de Cieplan, estima que como el empleo se mueve con la economía “será algo más flojo en 2014, para luego recuperar el ritmo. Por eso, la preocupación debe seguir focalizada en los sectores de menor participación relativa, como jóvenes que ni estudian ni trabajan, y las mujeres. Para esos grupos, los dos últimos gobiernos han implementado políticas de apoyo y, probablemente, habrá que reforzarlas”.

Yáñez advierte que es probable que el ritmo de creación de empleo no se mantenga por las altas expectativas en la población. “Es posible que aumente rápidamente la cantidad de personas que salgan a buscar empleo (y que hoy no lo hacen) por todo lo anunciado. Pero no es fácil crear puestos de trabajo rápidamente, sobre todo cuando puede haber algún grado de aprensión respecto de cómo procederá la nueva autoridad”, afirma.

Fernández coincide: “Ante un posible gobierno que se espera mucho más reformista que los anteriores, el manejo de expectativas será fundamental para no afectar las decisiones de negocios”.

Política fiscal

Esta semana, el Congreso retomará su agenda (ver nota secundaria) y entre los proyectos que esperan está la Ley de Presupuestos 2014. El proyecto que está en el Parlamento considera ingresos por US$ 59.082 millones y gastos por US$ 61.763 millones, de los cuales el 70% está comprometido por leyes especiales. También considera US$ 600 millones de libre disponibilidad para el nuevo gobierno: US$ 380 millones son provisión para distribución suplementaria y US$ 220 millones para reasignación.

Para Rodríguez, la discusión fiscal no debe anclarse en el presupuesto, sino en la flexibilidad real que tendrá la administración entrante para implementar su programa el primer año. “La duda es cuánto se podrá efectivamente reasignar, considerando que el Presupuesto 2014 es prácticamente sólo de continuidad, al crecer 2,1%, y que el 70% es gasto de arrastre. La principal dificultad será encontrar fuentes permanentes para poder financiar el programa de gobierno”, añade.

De ahí que Yáñez advierte que, en lo fiscal, la primera tarea del nuevo gobierno será convencer al Congreso de la necesidad de obtener recursos tributarios extras y de que “éstos serán eficientemente usados para resolver las demandas sociales urgentes”.

En su proyección de mediando plazo, la Dirección de Presupuestos dejó una holgura fiscal de US$ 9.541 millones para los próximos cuatro años. Pero esa posibilidad de recursos está supeditada a dos factores: que el balance estructural siga en -1% del PIB para el período 2015-2017 y que no cambien los supuestos de referencia con que se calcularon los ingresos efectivos: un PIB de tendencia de 4,8% y un precio del cobre de largo plazo de US$ 3,04 la libra.

“Si el precio del cobre de largo plazo y el crecimiento tendencial resultan menor a lo previsto, la holgura efectiva será menor a la estimada”, apunta Rodríguez.

Fernández agrega que recuperar el equilibrio fiscal estructural será “el test más exigente para la nueva jefatura de Hacienda. La evaluación al final del período será si recaudó lo que esperaban y si condujo bien la política fiscal para converger a un equilibrio en 2018”.

La agenda pendiente

Definir una nueva política energética y un compromiso con reformas estructurales al mercado laboral para darle más flexibilidad y medidas para elevar la productividad debieran estar en la agenda del nuevo gobierno, opina Fernández. “Del gobierno actual uno esperó medidas importantes en productividad, pero no ocurrió nada”, asegura. Por eso, alerta que el debate energético es donde estará el foco. “Es un tema que se viene arrastrando desde hace seis años y hay que darle una solución definitiva. Si se quiere aumentar la inversión y asegurar buenas tasas de crecimiento, es un área absolutamente prioritaria”.

Yáñez coincide, pero también agrega otras materias, como la reforma educacional y, en especial, la gratuidad que se espera de ella, además del déficit en cuenta corriente proyectado en 4,5% del PIB este año y 4,8% en 2014.

Rodríguez plantea que la preocupación central para la próxima administración “debiera ser el cuello de botella en el sector eléctrico, que a medida que ha pasado el tiempo ya ha dejado de ser un tema de mediano plazo y se ha vuelto perentorio”.

Fuente: La Tercera


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