Autor: Patricio Meller
Fuente: El Mercurio
El costo de la educación universitaria chilena (relativo al PIB/cápita) es el más alto del planeta. A continuación están Corea (del Sur) y EE.UU., cuyos costos relativos son un 20% y un 35% inferiores (respectivamente) al costo local.
No obstante lo anterior, el ingreso a las universidades ha aumentado casi al 7% anual durante la última década. Incluso se observa que los jóvenes de las familias de los menores quintiles de ingreso son los que exhiben mayores tasas de incorporación a las universidades.
Aún más, considerando el período 1997-2009 el nivel de los aranceles universitarios crece en términos reales (descontando la inflación) 150% en Odontología, 120% en Medicina, 60% en Ingeniería y 45% en Pedagogía. Esto implica, por ejemplo, que el costo de estudiar Medicina (en pesos contantes) se ha más que duplicado en 12 años.
«El factor central ha estado ausente del debate: el alto costo de los aranceles universitarios. El costo de un estudiante universitario supera el 40% del ingreso familiar de los tres quintiles inferiores».¿Por qué siendo tan caras las universidades chilenas aumenta tanto el interés por estudiar una carrera universitaria? Mayores aranceles ¿atraen más estudiantes? ¿Por qué estudiantes de familias de bajos ingresos optan por ir a universidades tan caras?
Hay dos respuestas distintas. La alta tasa de retorno de las carreras universitarias y la gran expansión del crédito para la educación superior.
La tasa de retorno (real) de la mayoría de las carreras universitarias es superior al 20%; esto es válido incluso para carreras como Construcción Civil, Periodismo y Pedagogía. Obviamente hay que tener cuidado en determinar en qué universidades se estudian estas carreras.
Estas elevadas tasas de retorno se explican por las alternativas que enfrenta un joven que finaliza sus estudios escolares. A los 18 años este joven puede escoger quedarse con educación media o seguir estudiando en la educación superior. Las perspectivas para los jóvenes que ingresan al mercado del trabajo después de finalizar sus estudios escolares, dada la precaria calidad de la educación media, radicarían en tener un perfil de remuneraciones bajo y plano durante todo su ciclo de vida laboral. Por esto, la otra alternativa, acceder a la educación superior, constituiría el mecanismo para poder optar a un futuro positivamente mejor.
Se cree que la expansión del crédito y la reducción del costo de éste, reducción de la tasa de interés, resolverían el problema de los jóvenes universitarios. Sin embargo, el factor central ha estado ausente del debate: el alto costo de los aranceles universitarios. El costo de un estudiante universitario supera el 40% del ingreso familiar de los tres quintiles inferiores.
Por otra parte, el gasto público chileno en educación superior (% PIB) es el menor del mundo: 0,5% del PIB. En Brasil y México este porcentaje es superior al 0,8%, mientras que en EE.UU. y en Australia el gasto público (% PIB) en educación superior es 1,4% y 1,1%, respectivamente. En breve, Chile está entre los países con menor gasto público por estudiante en educación superior.
Como consecuencia de lo anterior, Chile es por lejos el país con mayor coeficiente gasto privado/gasto público en educación superior. Por cada peso que aporta el Estado a la educación universitaria, los jóvenes y sus familias tienen que poner cinco pesos. En cambio, en EE.UU. las familias aportan dos dólares por cada dólar de aporte público y en Australia el aporte familiar disminuye a un dólar.
En breve, Chile tiene el mayor costo de la educación universitaria. Además, ésta tiene que ser financiada privadamente por el joven y por sus familias. ¿Por qué es tan alto el costo de las universidades chilenas? y ¿por qué se ha privatizado su financiamiento? Estas son las interrogantes fundamentales del debate universitario. Como se puede apreciar, han estado ausentes del debate.