Se ha popularizado la información sobre la evolución del PIB; también, aunque en una escala inferior, sobre la inversión bruta de capital fijo (FBKF). Sin duda, las dos variables son de gran relevancia para entender la evolución de la capacidad productiva (el PIB) y su sostenibilidad en el tiempo (la inversión). Sin embargo, ambas mediciones son brutas en cuanto incluyen la depreciación (DK) de los diferentes componentes del capital.
El bienestar sostenible de la población depende del PIB luego de restar la depreciación; esto es, el Producto Interno Neto (PIN). La DK involucra una reducción del valor de los activos fijos productivos, a consecuencia de su desgaste o desaparición por diversas causas. Por tanto, de no reponerse, se reduce automáticamente el nivel potencial del PIB. El PIN sería aquella parte del PIB que queda disponible para el pago de remuneraciones, otros ingresos del trabajo, bienes y servicios públicos y utilidades del capital. A su vez, luego de descontar la depreciación queda la formación neta de capital (FNKF). Esta es la variable que se adiciona al stock de capital (SK) del año precedente y es la que se insume en la función de producción para estimar las variaciones del PIB potencial.
Pese a esto, la información más accesible ante analistas y opinión pública son las cifras brutas y no las netas, pudiendo dar una visión equívoca del crecimiento económico y distorsionar expectativas.
La tarea sencilla de esta nota es examinar las estimaciones de SK y depreciación y algunas de sus complejidades; exponer algunas implicancias de las cifras y de las metodologías más aceptadas y, luego, mostrar y analizar las cifras de producción e inversión neta.