Autor: Jorge Rodríguez C.
Fuente: Diario Financiero
El Banco Central comprará este año un total de US$ 12.000 millones, intervención que, según lo comunicado, debiera suavizar los efectos del ajuste cambiario a que ha estado sometida nuestra economía.
Efectivamente, esta medida aliviará a nuestros sectores exportadores, pero por un plazo no muy largo. Por ello, este respiro no debe dejar en el olvido el desafío de lograr ser competitivos a nivel global y de manera sustentable.
La actual apreciación del peso se explica en gran medida por el alto precio del cobre. Esta apreciación ha implicado una caída en la rentabilidad de los sectores exportadores que no están viviendo un boom de precios. De mantenerse esta situación, como en efecto se pronostica, en el mediano plazo la inversión en dichos sectores caerá, aumentando nuestra dependencia del cobre y, por consiguiente, nuestra exposición al riesgo de una caída en sus precios. Las complejas consecuencias de la enfermedad holandesa las hemos vivido en el pasado con el auge y caída de nuestra industria del salitre.
Tenemos que asumir que nuestras ventajas comparativas en recursos naturales son vulnerables.
En el corto plazo sirven los esfuerzos para no exacerbar la apreciación del peso, como la anunciada intervención del Banco Central. El Fisco también puede hacer su aporte, reduciendo sus descalces cambiarios que lo llevan a tener que vender sumas importantes de dólares para financiar gasto en pesos.
También puede facilitar el acceso a crédito de los sectores exportadores afectados, para incentivarlos a que no dejen de invertir.
Pero nada de lo anterior es sostenible si no se actúa en paralelo pensando en el largo plazo. Tenemos que asumir que nuestras ventajas comparativas en recursos naturales son vulnerables. El desafío no es tanto la situación cambiaria de corto plazo, sino definir una estrategia de desarrollo sostenible que no se apoye sólo en el pilar del cobre. Esto pasa necesariamente por aumentar nuestra productividad, capacidad de emprendimiento e innovación, y por mejorar la calidad de nuestro capital humano.
Por ello, preocupa que sigamos mostrando indicadores extremadamente débiles en estas áreas. Urge un nuevo impulso de políticas públicas para avanzar por esta senda. Resucitar el Proyecto de Ley que crea el Fondo de Innovación para la Competitividad sería un buen punto de partida.
Fuente: Diario Financiero
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