Las políticas sociales no pueden considerarse aisladas del principal objetivo para América Latina en la próxima década: sostener en el tiempo altas tasas de crecimiento.
La restricción principal para lograr crecimiento acelerado es el muy modesto incremento de productividad en las economías latinoamericanas durante los últimos 50 años.
Cuando se discuten las políticas sociales a futuro, usualmente ello no se conecta a mejorar la productividad. Como han argumentado Levy y Schady (2013), la política social mal diseñada puede frenar la productividad y, por lo tanto, reducir la tasa de crecimiento futuro de las economías latinoamericanas; o, alternativamente, bien diseñadas, pueden contribuir a aumentar la productividad y, en consecuencia, el bienestar general de la sociedad.
A ese objetivo habría que agregar otros dos para la política social: seguir reduciendo la pobreza, por lo menos al ritmo que lo ha hecho en la última década, y saber reconocer a tiempo que los que dejan de ser pobres integran una nueva clase media, cada vez más numerosa y empoderada, que demanda más y mejores servicios sociales, al mismo tiempo que exige garantías de que no volverá a caer en la trampa de la pobreza. El riesgo, que ya se hace realidad en algunos países, es que los sectores medios emergentes parecen percibir que las actuales formas de organización de las políticas sociales no están teniendo una capacidad de respuesta adecuada y oportuna a sus nuevas demandas.
A continuación se sintetizan los desafíos pendientes en torno a dos objetivos prioritarios para la política social en América Latina: continuar reduciendo la pobreza y extender la protección social a la clase media vulnerable.