Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera
Hace 30 años se contaminaba más que ahora, pero también se toleraba más. Análogamente, la desigualdad de ingresos actual, aunque es menor que antes, es más irritante. El machismo ha retrocedido en 30 años y muchas actitudes “normales” de entonces hoy son reprochables. La contaminación, la desigualdad y el machismo, entre otros abusos sociales, deberían seguir retrocediendo con la fuerza adicional que proporciona la presión social.
Dentro del listado de abusos sociales, la colusión de mercado es de las que generan un mayor rechazo. Y con razón. Resulta curioso, sin embargo, que solo en este siglo los tribunales han podido sancionarla. Y eso ha ocurrido por una puesta al día de las instituciones públicas, especialmente la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y el Tribunal de la Libre Competencia (TDLC). Desde 2008 los tribunales han fallado judicialmente o están en proceso de hacerlo en 19 casos. Muchos de ellos de gran notoriedad pública, como las farmacias, los pollos, los laboratorios y el papel “tissue”. En estos casos, en particular, resultó fundamental la introducción, hace ya 10 años, de la delación compensada. Esto es, pactar un beneficio en las sanciones a través de la autodenuncia.
¿Cuál es la lógica de ese mecanismo? Se trata de un instrumento judicial cuya lógica se deriva de un caso especial de la Teoría de Juegos conocido como el equilibrio de Nash (en honor a John Nash, premio Nobel de Economía, y cuya vida se expuso en la película “Una mente brillante”). Para penetrar y desbaratar una asociación ilícita (o, más coloquialmente, una mafia) se renuncia a un pedazo de justicia -rebajando las penas para quien delate- a cambio de conseguir plena justicia para el resto de dicha asociación. La alternativa es que no haya justicia alguna. Los escándalos de la FIFA o el caso Lava Jato de Brasil son dos ejemplos recientes de la eficacia de la delación compensada.
Pues bien, para todos los efectos prácticos en Chile se acabó la delación compensada, y difícilmente la FNE podrá enfrentar nuevos casos de colusión en el futuro. La 3ª Sala de la Corte Suprema decidió por sí y ante sí suprimir el beneficio de la delación compensada a la CMPC. Ninguno de los jueces que votaron a favor de ese fallo entiende la lógica y las matemáticas de la teoría de juegos, y el principio jurídico que está detrás de la delación compensada.
Yo estoy consternado. Se trata de un fallo que, para todos los efectos prácticos, derogó una ley de la República. Yo tenía la esperanza que, por el contrario, la delación compensada se extendiera a otros casos de asociación ilícita como son las barras bravas, el narcotráfico, los grupos violentistas, y así. Los fallos reiterados de la 3ª Sala que reinterpretan las leyes (e.g., que los fallos del TC son apelables) constituyen, a mi juicio, otra forma de abuso social grave. El país que queremos se construye desde la política y sus instituciones. No desde un Poder Judicial que solo se rinde cuenta a sí mismo.